miércoles, 19 de marzo de 2014

7. Sympathy for The Devil


House of Cards ha sido una de las series revelación de la temporada pasada,y su popularidad se ha visto aumentada tras proclamarse fan el mismísimo presidente de los EEUU, Barack Obama.

La serie, de producción propia del canal Netflix, emitió su primera temporada el 1 de febrero de 2013, y la segunda llegó el 14 de febrero de este año. Ambas fueron lanzadas completas y no por capítulos. En un principio solo iba a contar con estas dos temporadas, pero finalmente, tras las excelentes críticas y datos de audiencia, ha sido renovada por una tercera. (Esperemos que no acabe muriendo de éxito.)

House of Cards cuenta una historia que ya fue contada en los años noventa por la BBC a través de una mini-serie del mismo nombre y que se basaba en la novela de Lord Dobbs. La historia de Frank Underwood , interpretado por un estupendo Kevin Spacey, y esposa, la soberbia Robin Wright, quién, además, se hizo con el Globo de Oro a mejor actriz por su papel de Claire Underwood.
Ambos se presentan como un matrimonio sólido y ambicioso, que luchan de la mano por hacerse un hueco entre los más poderosos del capitolio.


La serie nos introduce en los entresijos de la política interior americana en su primera temporada, y de la exterior en la segunda. Haciéndonos partícipes de las artimañas que se traen los que nos gobiernan, y dándonos miedo, mucho miedo, el pensar que a pesar de tratarse de una mera serie de entretenimiento esto pueda siquiera ser una cuarta parte de verdad.
Además, la serie presenta un aspecto novedoso, que la diferencia de todas las que hemos visto hasta ahora, y es que rompe la barrera que separa a sus personajes de los espectadores.



"Please allow me to introduce myself I'm a man of wealth and taste "

Frank Underwood, Francis para los amigos, es un congresista demócrata hambriento de poder. En el primer capítulo se nos presenta como un personaje que ha sido niguneado en sus planes para hacerse influyente en la Casa Blanca, es entonces cuando nos deja bien claro cuáles van a ser sus planes a partir de ahora: "Usa toda tu cortesía conmigo, o llevaré tu alma a la perdición."

Junto a él, se encuentra su esposa Claire, un personaje inquietante, tan ambiciosa como su marido, quizás más, pero en el que a veces se vislumbran pequeños, muy pequeños, puntos de luz. Para ella el poder, quizás no lo sea todo.


A lo largo de 26 capítulos Underwood nos teje una madeja bien enredada de tácticas políticas entre las que se incluyen sobornos,amenazas, chantajes, zancadillas y trampas varias, cuyo fin único es beneficiarse a sí mismo (aunque a veces parezca que lo hace desinteresadamente, no os dejéis engañar). Lo cierto es que cuanto más poder está en juego, más peligroso e inestable se vuelve su personaje; una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento.

El anelado poder, sus ansias por él, la deshumanización a la que nos exponemos cuando nuestro único objetivo es conseguirlo, la necesidad de conservarlo por encima de todo y todos, el hambre insaciable de más; Frank Underwood no solo representa todo esto, sino que nos alecciona en que todo vale por conseguirlo y que hacerlo no es un juego de niños. Él representa lo que una parte de todo ser humano quiere pero, a la vez, odiamos sus métodos tramposos e inmorales. Su personaje se convierte en una especie de antiprotagonista o antihéroe, sin ningún valor que le haga merecedor de nuestra empatía, salvo quizás, su carisma.

Y así Frank Underwood se balancea entre el odio de unos espectadores y el agrado de otros. Porque no podemos negar que tiene carisma , mucho carisma, y eso nos gusta; Y es brillante e inteligente hasta límites insospechado, y eso nos fascina; pero como persona es tan despreciable que ya somos muchos los que estamos deseando ver el momento en que el karma le devuelva todo lo que ha hecho. Y Frank Underwood, tiene un Karma realmente jodido.


P.D. Ya de paso, os dejo con la banda sonora del artículo ;)


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