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miércoles, 15 de abril de 2015

30. Un Juego de Niños

 Si no has visto el final de temporada de Bajo Sospecha recomiendo que no sigas leyendo.



Al final resultó que el asesino era un miembro de la familia. Sí, de eso no nos cabía duda. Nos hubieran sorprendido si después de 7 capítulos apuntando en esa dirección hubieran optado por hacer lo contrario. Quisieron dejarlo entrever al principio del octavo capítulo, pero esa acusación de pederastia a Vidal no cuajo, ni siquiera duró más de cinco minutos en pantalla. Ni siquiera tuvo sentido más allá del de rellenar un capítulo final que aportó grandes sorpresas pero que solo consiguió diluir la calidad de la serie hasta el momento.

Bajo Sospecha había conseguido unir a la crítica en dos cosas: la primera eran los elogios a una serie de policías diferente a las vistas hasta entonces, de una sola temporada, y con un caso bastante misterioso. Su atmósfera claustrofóbica contribuyó a esta conquista del público, que semana tras semana la seguía, a pesar de los cambios de día y a pesar de su enfrentamiento con la que será sin duda la serie del año, El Ministerio del Tiempo (La audiencia no lo es todo, gracias a Dios).
La segunda cosa en el que muchos coincidían tenía nombre y apellidos: Blanca Romero y no eran elogios lo que proferían.

A pesar de ello, lo primero pesaba más que lo segundo, y capítulo tras capítulo, la familia Vega nos atrapaba en su red de mentiras y engaños. Hasta ayer, supongo.

El desenlace fue como un bluf, triste y sorprendente, a pesar de que en el capítulo anterior ya se intuían por dónde iban los tiros. A mitad del capítulo descubrimos por fin que quién secuestró a Alicia Vega y asesinó a su prima Nuria, era la misma persona. Aunque todos en la familia Vega escondían vidas oscuras con secretos sombríos, y parecían tener motivos ocultos para ser los asesinos, y a todos se culpó a lo largo de la serie, al final nuestros policías estaban investigando un juego de niños. Tan fácil como eso. 


Los primos Vega trazaron el plan de esconder Alicia durante la comunión, para que sus padres, que habían descubierto que tenían un affair, no huyeran juntos. Luego, cuando Alicia quiso terminar el juego su hermano Pablo la encerró; y cuando de casualidad consiguió salir de la cabaña, la atropellaron, provocándole la muerte en el capítulo 3. Con Nuria pasó otro tanto de lo mismo, pero esta vez Pablo la acabó matando de forma accidental durante un forcejeo.

Sorpresón, consternación o ganas de rizar el rizo. El final no ha dejado indiferente a nadie, más cuando ha sido el capítulo peor ejecutado de la serie. Un final demasiado rápido, se pasan más de medio capítulo explicando la historia de nuevo desde el principio, volviendo a repetir escenas que ya teníamos vistas, y  apenas nos dejan cinco minutos para ver qué pasa una vez termina el caso.

El precipitado final nos ha revelado uno de los errores más importantes de ésta serie: lo poco o nada que profundiza en las vidas de sus protagonistas, creando unos personajes principales planos y superficiales que se agotan una vez  que el caso está resuelto. Y cuando esto pasa, los personajes son incapaces de sustentar por sí mismos la continuidad de la serie. Ni la conversación de Laura y Carmen, ni la de Víctor con su padre, nos aportan absolutamente nada. Quieren dar matices a los protagonistas demasiado tarde. Aún menos aporta ese beso que cierra la serie. Víctor y Laura jamás han tenido ni pizca de feeling, mucho menos de tensión sexual,  y aún así, sí, nos han vuelto a colar el romance entre sus protagonistas en otra serie española.

La duda que me surge ahora es si Antena 3 hizo bien en pedir reducir en dos capítulos la serie, que originalmente tenía 10. Quizás si hubieran emitido los 10 capítulos nuestros protagonistas hubieran tenido más matices y entenderíamos cosas como ese beso, o la trama de cinco minutos de las fotografías pornográficas, o qué hizo Andrés Vega durante ese tiempo que estuvo ausente.

Y a todo esto... ¿Quién demonios asesinó a la profesora de primaria?

Al final, ese va a ser el gran misterio.



domingo, 15 de marzo de 2015

26. El laberinto y sus marismas


Las marismas del Guadalquivir nos trajeron uno de los films españoles que más interés ha suscitado en el último año, el reconocimiento de la crítica tras su presentación en el Festival de San Sebastián le valió el apoyo del público; traducido a una recaudación superior a los seis millones de euros. Ahora suma haber sido la gran triunfadora de los Goya 2015 con diecisiete nominaciones y diez estatuillas en su poder, incluyendo los premios gordos: Mejor Director y Mejor Película.

La Isla Mínima es un thriller creado por Alberto Rodriguez y protagonizado por Raúl Arévalo y Juan Gutierrez, que nos cuenta la historia de dos policías de Madrid que se ven obligados a desplazarse a un pequeño pueblo del sur para investigar la desaparición de dos jóvenes.

La película transcurre a principios de los años ochenta, lo que dota a la historia, no sólo de un caso que resolver, sino de un trasfondo político y social que tendrá mucho peso en cada uno de los personajes y en el desarrollo de la propia investigación. Tiempos convulsos para historias sombrías.

Uno de los puntos fuertes del film es su fotografía. La Isla Mínima te atrapa en sus luces y sombras, en sus marismas; te ahoga, te abruma y te aterra, y todo ello es fruto del gran trabajo fotográfico detrás de la cámara.


Los planos aéreos también son otro gran punto fuerte. Su comienzo, con las marismas del Guadalquivir vistas desde el aire revelándose ante nosotros como un enorme cerebro, un laberinto, o quizás ambas se convierte en toda una metáfora de lo que el film va a ofrecernos: ¿Conseguirán nuestros protagonistas resolver el misterio?¿O quedarán atrapados en medio de un laberinto sin salida?¿O quizás pasen ambas cosas?



Uno de los comentarios más oídos y leídos en las redes sociales y resto de blogs dedicados al cine, es el parecido que tiene la película con una de las series de más tirón del pasado 2014: True Detective.
Podemos empezar a sacar similitudes con la fotografía, que nos transmite ese ambiente de tensión y angustia que tan bien consigue recrear la serie de HBO; sus protagonistas, una pareja de detectives, uno más joven y otro mayor, uno más inteligente y otro más rudo, ambos opuestos y a la vez complementarios, sí, estos detectives también se parecen a Hulrt y Cohle; Y ese crimen tan perverso, si, quizás en eso también son parecidas.

A pesar de las similitudes parece ser que todo forma parte de una peculiar casualidad. El film se rodó en octubre de 2013, y la serie de HBO se estrenó en Febrero de 2014. No hubo, por tanto, manera de que su director conociera a los detectives de Pizolatto.
Aún así, la coincidencia no deja de ser paradójica, máxime si tenemos en cuenta que en su día ya pasó con Pablo Berger y su Blancanieves, quien después de diez años gestando el proyecto éste vio la luz en un año en el que no solo se lanzaron dos versiones diferentes del clásico de Disney, sino que The Artist se adelantó con la original idea de hacer una película muda. ¿Coincidencia u oportunismo? o quizás nuestros cineastas sean unos auténticos visionarios, que simplemente tuvieron la mala suerte de trabajar en un país donde la industria audiovisual patria aún es vista con recelo y está llena de prejuicios.

Sea como fuera, La Isla Mínima no es True Detective, ni fue creada con tal fin, solo una vez que entendamos esto podremos comprender el logro tan grande que ha conseguido ésta película.
A mi el film me ha conquistado, sobre todo por ese final, que no deja de ser una alegoría para todos aquellos que siguen creyendo que sin los giros finales de guión no se pueden contar buenas historias.

Que el laberinto no nos impida ver las marismas.

Y sí, quizás en eso se parezca también a True Detective y su Teoría M.

martes, 3 de marzo de 2015

25. Abandonando Planilandia

 A veces pienso que no existen todos mis complejos.
A veces pienso que no existen todos mis defectos.



Desde que descubrí que Los Serrano había sido un sueño de Resines, mi relación con la ficción española se rompió.

Nunca he sido fan del género patrio, y no porque al compararlo con series extranjeras las producciones nacionales parecieran un chiste, que tampoco es eso; sino porque con su afán de querer ser un producto para todos los públicos sólo consiguen desvirtuar la trama principal colándonos siempre esa historia de amor imposible con triángulo amoroso incluido; o esas historias de niños inocentes que siempre lían alguna y son el contrapunto de comedia; o los dramas familiares del tipo que se les ocurra; o el abuelo/a que siempre tiene algo que decir y nadie le hace caso...

Si al batiburrillo de tramas, diferentes pero siempre iguales entre sí, le añadimos los 90 minutos de duración y el trato, a veces carente de tacto hacia el espectador y respeto al producto, que le suelen dar las cadenas televisivas emitiéndolas más allá de las 22.30 y con bloques de anuncios interminables, entonces: apaga y vámonos.

A mi se me hace difícil ver productos españoles y tener una opinión positiva de ellos, no sé a vosotros.

Sin embargo, hace tiempo que se vienen urdiendo pequeños experimentos en nuestra ficción, series que comienzan a explorar tramas nuevas más allá de la comedia familiar, e incluso las hay que comienzan a prescindir de niños y abuelos. (No incluir adolescentes aún les cuesta, será que saben que si añaden protagonista buenorro, la ecuación aumenta la audiencia).

"Motivos Personales" fue la primera en dar el gran paso y arriesgar. Al final fue cancelada en su segunda temporada, pero cosiguió convertirse en una de las primeras series de culto española. Y es que en los últimos años hay hueco en nuestra ficción para productos con una trama sólida, distinta y original.

Éste mes, hemos podido asistir al nacimiento de dos series que nos plasman un escenario seriéfilo patrio completamente nuevo y diferente: Bajo Sospecha y El Ministerio del Tiempo.



La primera es un thriller policíaco. Dos policías, interpretados por Blanca Romero y Yon González, deben investigar la extraña desaparición de una niña durante la celebración de su primera comunión. Para ello deberán hacerse pasar por vecinos del pueblo y descubrir qué es lo que verdaderamete pasó ese día. No lo tendrán fácil pues la familia parece tener mucho que ocultar.
La serie tiene ingredientes típicos, si. Familia, niños...incluso atisbo de que con esa tensión sexual no resuelta entre protagonistas nos van a volver a colar la historia de amor. Sin embargo, la serie parece alejarse de los clichés habituales. Cuenta con un ritmo fluido, una atmósfera claustrofóbica y varios giros inesperados que nos mantendrán pegados al sofá, confusos y aturdidos, esperando a que llegue el siguiente capítulo.

De momento Antena 3 está cuidando su producto estrella de esta temporada, emitiéndolo casi puntualmente, del tirón y sin anuncios. Supongo que en cuanto afiancen espectadores volverán a su trato habitual de: empezar con un resumen, colarnos anuncios, volver con el resumen, que empiece la serie, tres segundos de serie y vuelta a los anuncios. Luego un par de bloques por el medio y con suerte nos vamos a la cama antes de las 00,30.


La otra serie, que quizás supone un cambio más notable en la ficción española es El Ministerio del Tiempo, protagonizada por Rodolfo Sancho, Aura Garrido y Cayetana Guillén Cuervo; se convierte en la primera serie de ciencia ficción seria y solvente de nuestro país. Si por algo nos ha sorprendido el producto de la uno es porque no nos esperábamos tamaña calidad. 
Una fotografía de cine acompaña a una historia sorprendente sobre el secreto mejor guardado del Estado Español: la existencia del Ministerio del Tiempo, que vela porque la historia de nuestro país siga siendo la misma y nadie trate de cambiarla.

En el primer capítulo emitido, nos introducen en todos los entresijos del Ministerio: sabemos que los viajes solo pueden ir hacia el pasado y nunca al futuro, que el tiempo es entendido como un lugar y que a sus funcionarios les van a recortar la extra de navidad, pero a cambio les dan un móvil intertemporal que es capaz de llamar a través de los años, décadas, y siglos. ¡olé!

Lo cierto es que, aunque peca en exceso de croma en algunas escenas, el guión es ingenioso, con infinidad de guiños a nuestra cultura, y extrañas dosis de humor en las que no sabes muy bien si se están quedando con el personal o lo que dicen es serio (El momento de nos han recortado la paga extra es indescriptible.)

Televisión Española, por su parte, ha decidido cambiar el horario y día de emisión para evitar competir directamente con Bajo Sospecha. Su cambio a los lunes, enfrentándose con otros dos esperados estrenos: Casados a Primera Vista y Los Nuestros (otra que se está ganando buenas críticas) ha mermado sus datos de audiencia, bajando de 14,8 al 12,9%. Veremos cómo evoluciona y qué decisión toma Televisión Española, sería una pena que los datos no acompañaran a este extraño, delirante y fresco experimento patrio.



Os dejo la banda sonora de hoy: Planilandia, de Lori Meyers incluída en su álbum Impronta (2013).
Planilandia también es el Título de una novela de Edwin A. Abbot.