El
fenómeno cinéfilo por excelencia de los últimos años están
siendo las adaptaciones de sagas literarias juveniles.
Quien
lo desató fue Crepúsculo, allá por el 2008. A ella la siguieron con
más o menos éxito otros proyectos como Cazadores de Sombras,
Hermosas Criaturas, El Corredor del Laberinto, Divergente o Los Juegos del Hambre (que ha sido
la más exitosa hasta el momento).
Lo
cierto es que bien podemos tomar a Harry Potter como el inicio de
toda esta vorágine cinéfila literaria, pues sembró el germen del
éxito. Un producto literario que había encandilado a millones de
jóvenes lectores en todo el mundo, que sin duda acudiríamos a las
salas de cine, aunque solo fuera por pura curiosidad de ver cómo se
plasman nuestras imágenes literarias en una pantalla. Harry Potter
no solo arrastró a los seguidores de los libros, también a aquellas
personas que aunque no los hubieran leído querían disfrutar de las
aventuras del joven mago. El maldito dicho de "Para que me
quiero leer el libro si puedo ver la película". Y sin
pretenderlo, se convirtió en el referente para toda una generación
que vendría después.
Harry Potter hizo saltar la liebre al adaptar los siete libros en ocho películas. Dividiendo la última película de la saga en dos partes |
Hay
algo mágico en leer un libro, imaginarte unos personajes, unos
lugares y unas situaciones, y posteriormente compararlas con la
visión que otra persona ha tenido del mismo en forma de película.
Ver a los personajes imaginarios en carne y hueso es una sensación
extraña, a veces reconfortante si el actor está a la altura de las
circunstancias, y a veces extremadamente frustrante si ocurre todo
lo contrario, que se lo digan a Christian Grey; nunca llueve a gusto
de todos, ni todas las adaptaciones pueden condensar todo lo que
ocurre al dedillo en los libros, lo cierto es que unas son mejores
que otras, pero en la gran mayoría, aquellos que hemos leído los
libros podemos añadir un "Esto no es así", "En el
libro esto no pasa", "Pero que mierda se están
inventando"...etc.
A
veces sucede, que la película logra mejorar significativamente el
libro. Pocas veces, la verdad. Normalmente esto sucede cuando el
libro no cuenta con una gran calidad narrativa, véase Cincuentas
Sombras de Grey o mismamente la saga Crepúsculo.
Pero
si algunos libros son tan malos ¿Por qué tienen tanto éxito como
para que Hollywood se fije en ellos y decida hacer adaptación a la
gran pantalla?
La
gallina de los huevos de oro parece regirse muchas veces por el mismo
patrón:
En
primer lugar debe estar dirigido a un público más o menos juvenil,
que aún estén verdes en lectura de otro tipo de novelas de mayor
calidad, en los que pueda desatarse más fervientemente el fenómeno
fan, y de cuyas hormonas nos aprovecharemos para arrastrarlos sin
remedio hacia una historia de amor imposible; ese es el punto dos.
Un
amor imposible, si puede ser un triángulo amoroso mejor, hay que
crear bandos, que así los fans se posicionan más y estarán
deseando saber si la protagonista (que tienen más tirón las chicas)
escoge a uno u otro, y por tanto ganan la absurda competición
amorosa. Tenemos innumerables equipos de mochuelos literarios: Team
Edward Vs Team Jacob; Team Peeta Vs Team Gale...y vaya indignación
como el elegido no sea el tuyo. Además del triángulo, ya por si
complicado y enrevesado cuanto más mejor, si se puede y no resulta
todo muy forzado, se han de añadir tintes dramáticos. Tendremos,
entonces, parte del éxito asegurado.
Por
último: busca un contexto nuevo y original, si puede ser un nuevo
orden mundial post apocalíptico mejor, véase Divergente o Los Juegos
del Hambre; también nos valen los seres sobrenaturales, Crepúsculo
supuso el pistoletazo de salida a la moda de los vampiros, a pesar de
que su autora bebió de bastante literatura sobre el tema, ya que el
libro tiene incontables símiles con True Blood y con Crónicas
Vampíricas (ambas escritas antes) parece que no se inspiró mucho en
el padre de todos los vampiros: Bram Stroker (¿Desde cuando los
vampiros brillan jamia?) A pesar de todo el sinsentido
literario y narrativo, no podemos olvidar que Crepúsculo fue la que
sentó las bases de toda la moda vampírica que vino detrás, y no
sólo eso, recogió la semilla que en su día sembró Harry Potter y
ratificó el descubrimiento de un nuevo yacimiento cinéfilo que
explotar: las adaptaciones de sagas literarias juveniles o como a mi
me gustan llamarlas: Las trilogías de cuatro.
Es
asombroso como pueden condensar cada libro en dos horas de duración,
menos el último, por supuesto, que siempre se dividirán en dos
partes a fin de explicar mejor lo que pasa y que los fans estén más
contentos con el final, nos dicen. Cuando el único motivo es estirar
todo lo posible el proyecto estrella del momento y embolsarse unos
cuantos miles de millones de dolares más.
Que
se lo digan a Peter Jackson y su Hobbit, quien aprovechando la moda
se sacó de la manga una trilogía de un libro de apenas doscientas
páginas.
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