domingo, 15 de marzo de 2015

26. El laberinto y sus marismas


Las marismas del Guadalquivir nos trajeron uno de los films españoles que más interés ha suscitado en el último año, el reconocimiento de la crítica tras su presentación en el Festival de San Sebastián le valió el apoyo del público; traducido a una recaudación superior a los seis millones de euros. Ahora suma haber sido la gran triunfadora de los Goya 2015 con diecisiete nominaciones y diez estatuillas en su poder, incluyendo los premios gordos: Mejor Director y Mejor Película.

La Isla Mínima es un thriller creado por Alberto Rodriguez y protagonizado por Raúl Arévalo y Juan Gutierrez, que nos cuenta la historia de dos policías de Madrid que se ven obligados a desplazarse a un pequeño pueblo del sur para investigar la desaparición de dos jóvenes.

La película transcurre a principios de los años ochenta, lo que dota a la historia, no sólo de un caso que resolver, sino de un trasfondo político y social que tendrá mucho peso en cada uno de los personajes y en el desarrollo de la propia investigación. Tiempos convulsos para historias sombrías.

Uno de los puntos fuertes del film es su fotografía. La Isla Mínima te atrapa en sus luces y sombras, en sus marismas; te ahoga, te abruma y te aterra, y todo ello es fruto del gran trabajo fotográfico detrás de la cámara.


Los planos aéreos también son otro gran punto fuerte. Su comienzo, con las marismas del Guadalquivir vistas desde el aire revelándose ante nosotros como un enorme cerebro, un laberinto, o quizás ambas se convierte en toda una metáfora de lo que el film va a ofrecernos: ¿Conseguirán nuestros protagonistas resolver el misterio?¿O quedarán atrapados en medio de un laberinto sin salida?¿O quizás pasen ambas cosas?



Uno de los comentarios más oídos y leídos en las redes sociales y resto de blogs dedicados al cine, es el parecido que tiene la película con una de las series de más tirón del pasado 2014: True Detective.
Podemos empezar a sacar similitudes con la fotografía, que nos transmite ese ambiente de tensión y angustia que tan bien consigue recrear la serie de HBO; sus protagonistas, una pareja de detectives, uno más joven y otro mayor, uno más inteligente y otro más rudo, ambos opuestos y a la vez complementarios, sí, estos detectives también se parecen a Hulrt y Cohle; Y ese crimen tan perverso, si, quizás en eso también son parecidas.

A pesar de las similitudes parece ser que todo forma parte de una peculiar casualidad. El film se rodó en octubre de 2013, y la serie de HBO se estrenó en Febrero de 2014. No hubo, por tanto, manera de que su director conociera a los detectives de Pizolatto.
Aún así, la coincidencia no deja de ser paradójica, máxime si tenemos en cuenta que en su día ya pasó con Pablo Berger y su Blancanieves, quien después de diez años gestando el proyecto éste vio la luz en un año en el que no solo se lanzaron dos versiones diferentes del clásico de Disney, sino que The Artist se adelantó con la original idea de hacer una película muda. ¿Coincidencia u oportunismo? o quizás nuestros cineastas sean unos auténticos visionarios, que simplemente tuvieron la mala suerte de trabajar en un país donde la industria audiovisual patria aún es vista con recelo y está llena de prejuicios.

Sea como fuera, La Isla Mínima no es True Detective, ni fue creada con tal fin, solo una vez que entendamos esto podremos comprender el logro tan grande que ha conseguido ésta película.
A mi el film me ha conquistado, sobre todo por ese final, que no deja de ser una alegoría para todos aquellos que siguen creyendo que sin los giros finales de guión no se pueden contar buenas historias.

Que el laberinto no nos impida ver las marismas.

Y sí, quizás en eso se parezca también a True Detective y su Teoría M.

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